Jóvenes iraníes siguen decididos a exigir más libertades a pesar de la represión

 Jóvenes iraníes siguen decididos a exigir más libertades a pesar de la represión
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RFI-

En Irán, seis meses después de la muerte de Mahsa Amini, hay menos protestas callejeras para exigir más libertades. Hay que decir que la represión ha sido severa. Sin embargo, la determinación de algunos jóvenes sigue intacta.

Por la enviada especial de RFI en Teherán, Murielle Paradon.

Se reunieron en un café cerca de la universidad en Teherán. Tres amigas veinteañeras, tres estudiantes en vaqueros y zapatillas deportivas, con el pelo largo y castaño. Algo inimaginable hasta hace seis meses: estas jóvenes no llevan velo, aunque la ley iraní las obliga a ello.

«Sentencia de muerte»

La muerte de Mahsa Amini ha cambiado sus vidas. Tras la muerte de la joven kurda a causa de un pañuelo mal ajustado, Shirin* decidió unirse al movimiento de protesta para exigir más libertades, especialmente la de vestir como le gusta: «Al principio, teníamos mucho miedo, porque si no llevabas el pañuelo, significaba tu sentencia de muerte. Pero hay que seguir haciéndolo, por los que se sacrificaron», dice.

Desde hace varios meses, jóvenes de ambos sexos se manifiestan contra el uso del velo en Irán y exigen más libertad. Las consignas son claramente hostiles al régimen islámico. Cientos de muertos, miles de detenidos, jóvenes ejecutados… La represión es feroz.

Yazmina* lo ha vivido y escapó por poco durante una manifestación: «Conseguí escapar, pero nos dispararon. Nos refugiamos en una casa. El propietario nos ayudó, no los dejó entrar». Escaparon de la detención, pero muchos de sus amigos no tuvieron tanta suerte, cuenta: «Muchos fueron detenidos, les dispararon, algunos siguen teniendo problemas, no pueden volver a la universidad».

Clases de religión como castigo

Con la represión, las protestas han disminuido. Quitarse el velo se está convirtiendo en un acto de resistencia, cada vez más visible en las calles de Teherán y sobre todo en los cafés. Shirin quemó simbólicamente su velo en los terrenos de su universidad, durante una reunión entre jóvenes de ambos sexos.

Como consecuencia, le dieron 10 clases obligatorias de educación islámica para recordarle las normas: «Vino un mulá a darnos clases de islam y teología, nos habló de las leyes divinas. Y luego nos devolvieron el carné de estudiante. Pero si era la segunda o tercera vez que te castigaban, te suspendían los estudios. A los chicos los mandaron al servicio militar», comenta.

 

Shirin, Yazmina y Ava en un café de Teherán, marzo de 2023.
Shirin, Yazmina y Ava en un café de Teherán, marzo de 2023. © Murielle Paradon / RFI

 

La joven ironiza sobre la educación religiosa que tuvo que soportar: «Básicamente, te dicen que ames al Líder Supremo Jamenei y que Jamenei es una buena persona, es honesto, mientras que durante el periodo del Sha, las mujeres no podían estudiar. Todo lo que nos decían más bien tendió a enfurecernos y a empujarnos a volver a las calles para librarnos de esos idiotas», afirma.

Un llamado a los mayores

El rechazo al régimen de los mulás está muy presente entre algunos estudiantes. A Ava* le gustaría que el movimiento de protesta juvenil se extendiera a otros sectores de la población y fuera más allá de la cuestión del velo: «El hiyab es el pilar de la República Islámica. Durante más de 40 años han intentado por todos los medios imponérnoslo. Y al no respetar el uso del velo, estámos poniendo en tela de juicio la existencia misma de la República Islámica. Pero es cierto que esperamos más. Esperamos que la mayoría silenciosa se manifieste. Esperamos que la inflación, el alto coste de la vida, empujen a todo el mundo a expresar su rabia y que no sea sólo nuestra generación la que se sacrifique», dice. Y añade: «En algún momento, los que participaron en la revolución de 1979 también deben levantarse. Y que intentemos derrocar al poder por todos los medios».

El control de la situación por parte del régimen ha disuadido a los jóvenes iraníes de volver a las calles en masa. Pero estas tres jóvenes están convencidas de que las protestas se reanudarán tarde o temprano. «Se ha plantado una semilla», concluye Ava, «tiene tiempo de crecer».

* Se han cambiado los nombres.

 


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